No es menor este descenso, me sumerjo sin equipamiento en lo mas profundo de mi oceánico miedo,
¿hallaré mis sueños naufragados?, ¿los restos enmohecidos de mi infancia?, ¿existirá algún tesoro es-
perándome en el fondo?.
Sobrevuelo un silencio drogado, mas abajo, cada vez mas abajo, como un animal insomne sin el santo y seña para entrar a sueño, palabras que flotan sin peso a la deriva, inexplicables y nocturnas, sin voces poblando superficies.
Imagino mi sangre enfriando de colores la nostalgia, pálida de ausencia, indiferente.
Un retrato que me asusta por delatar la arrogancia sanguinea, como un pez agigantado de hambre persistente me obliga a mirarlo ya sin ojos, es inútil, innecesario intentar versos para comprenderlo, el
veneno de mis manos lo obliga a alejarse, a perderse esta noche y todas las noches. Hay algo aun más
confuso en la corriente que viajo hacia el fondo, más oscuro, más terrible incluso que la angustia de estas letras, hay, una deuda inpagable contraida en febrero. Quien sabe si vuelvo, o si alguien escucha mi nombre cantado en la fiesta de otros años, ahora estoy muy cansado para pensar en eso,
aun no toco fondo, la comunicación no es buena, el poco peso de mi cuerpo y los años hacen mas lento el descenso, menos mal que traje algunos kilos de recuerdos.